viernes, 6 de noviembre de 2009

Más allá de la luz moribunda, hay una luz infinita



Siempre te recuerdo, siempre. Y te imagino repartida por el cosmos. Omnipresencia.

No importa si la muerte es el principio de otra etapa o el final de la existencia corpórea. No hace falta creer para sentirte en todas partes.

Ahora eres infinita.

lunes, 5 de octubre de 2009

Fuego


Jenni Tapanila


Nunca el fuego fue tan vivo. Contigo, la intangible belleza de una flor. No se quemaba, pero ardía. Ardía con fuerza. Si cerrabas los ojos, podías sentir su aroma penetrando tu cuerpo, anestesiándolo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Lluvia


Elene Usdin


Nunca el sueño fue tan triste. Decenas de luciérnagas. Había estado lloviendo. Era incoherente, pero a mí me encantaba porque era mi sueño. Pude pintar luces y sombras, el contraste era fascinante. Entonces, las luciérnagas se apagaron y me sumí en la total oscuridad.


domingo, 30 de agosto de 2009

No salgas


Natalie Aniela Dybisz

Es mejor así. La luz.
Así puedes volver y saber que la última vez fuiste tú, fueron tus manos.
Así el tiempo pasa. Y te adentras.
En el tiempo, en el fondo, en lo oscuro.
Y me asusta porque has entrado y no quiero que salgas.
Quédate, quiero llevarte a ver el sol.

domingo, 21 de junio de 2009

Perdición

Lilya Corneli


- ¿Por qué quieres hacerme daño?


- No quiero hacerte daño, dios. Sólo quiero joderte un rato e irme a dormir a casa.


- ¿Ves como tengo razón? Joder es sinónimo de hacer daño.


- No, ¡no! Joder es sinónimo de follar.


- Qué ordinario eres.



Y tranquilamente, se puso a beber un mejunje de los suyos con esa boca que tanto me perturbaba.



- Quítate la ropa.


- Pero ¿qué dices?


- Ya me has oído. Me molestan todos esos tejidos sobre tu cuerpo.


- Todos estos tejidos, como tú dices, cubren mi cuerpo para que obsesos como tú se mueran por saber qué hay debajo de ellos.



Como oponía tanta resistencia verbal, pasé a usar la fuerza. La masa de mi brazo, mínimamente acelerada, y la misma acción de la gravedad fueron más que suficientes. Tumbada en la cama, ya no se resistía. Sabía que la posición horizontal la transformaba, dejaba de ser tan modosa, tan frágil. Todo su yo oculto, su lado animal, salía al exterior. Y me lo mostraba a mí. Únicamente a mí.

No puedo explicar lo que sucedió después con palabras. Todo pasó a cobrar sentido. La ventana entreabierta, los gritos, los cuerpos, las paredes, aquel jarrón horrible, el espejo, nuestro reflejo.

Se levantó.



- No he cerrado la puerta con llave, puedes irte.



Y tímidamente recogió su ropa y entró al baño a cambiarse. Volvía a ser la señorita perfecta que era de cara al mundo imperfecto, la señorita perfecta que yo odiaba, pero que tanto ansiaba. Así que me fui. Debía matar al tipo de la calle 14, órdenes del jefe.



De camino, ya en el coche, estuve pensando en ella. Pensé en que me había salvado, en que sin ella sólo era un ser ruin y mezquino, un asesino cobarde. Ella era mi luz al final del túnel. Ahora sí estaba perdido.

miércoles, 8 de abril de 2009

El purgatorio perdido

Robert & Shana ParkeHarrison


Sales a la calle sin reparar absolutamente en nada. Hoy no importa con cuántos desconocidos te cruces. No vas a elegir uno al azar y comprobar a dónde va, cuáles son sus movimientos o por qué lee el periódico de esa manera o se rasca la oreja de esa otra. Tampoco vas a subir en el ascensor para entablar una breve conversación con un vecino o permanecer treinta segundos envuelto en un silencio incómodo.

Hoy te reirías de la vida, del tiempo, de la levedad del ser, de lo insignificante que eres en el cosmos, de los fragmentos no olvidados, de los momentos nunca vividos, de tus pasos, de la música de fondo.

Pero hoy estás turbado porque hoy no importa nada, ni siquiera el cielo o el infierno.

domingo, 29 de marzo de 2009

La penumbra de los seres escondidos

Andrei Nacu


Fuera, las luces de la ciudad, la lluvia. Dentro, la nada. O todo, quién sabe.

Allí donde viste luz, sólo había sombras. Allí donde creíste ver el más allá, sólo había polvo. Allí donde sentiste ascender, sólo caías. Y recuerda, no vuelvas. Porque allí donde creas vivir, sólo estarás visionando tu vida.

martes, 3 de marzo de 2009

El profanador de almas

Peggy Washburn


Creí haberle recomendado otro tipo de compañía. Lo estaba advirtiendo con bastante antelación y no quería hacerme caso. Decía que quería quedarse.


A las 06.30 de la mañana siguiente, yo ya no podía dormirme, así que me levanté, preparé algo de beber y me senté a escribir en mi máquina vieja. Apareció por la puerta un rato después. Cuando reparó en que yo no llevaba ropa, su cara se llenó de vergüenza ajena. Era verano, hacía un calor insoportable y yo no estaba acostumbrada a tener invitados.

- Vamos, cambia esa cara. No creo que nunca hayas visto a una mujer desnuda.

Salió rápido por la puerta. Impasible, seguí tecleando. Reapareció. Apoyó el lateral de su cuerpo en el marco de la puerta, encendió un cigarro y se quedó mirándome. Fumaba con ansias y poseído, y me estaba poniendo realmente nerviosa. Empecé a teclear con mayor fuerza, como si eso fuera a hacer que dejara de echar humo al aire con tanto ímpetu. Sus ojos continuaban fijos en mí, me los clavaba incluso al inhalar.

Entonces lo supe: había vuelto para no quedarse nunca.

domingo, 25 de enero de 2009

Profundidad Absurda


Hannes Caspar


Vas a soportar ingentes cantidades de piedad, pero aprenderás a ignorarlas. Exactamente igual que cuando mueras. El hecho de que alguien como tú muera les impactará. Todos se compadecerán de ti, no de los que te rodean, de ti. Para entonces ya sabrás lo que es ignorar.

Impertérrito. Ignoro tu ausencia mientras me pregunto por qué yo te salvaba mientras tú me hundías. Decidiste matar el tiempo con rompecabezas.

Adiós, caballos. Adiós.

martes, 6 de enero de 2009

Convergencia Absoluta

Clayton Cubitt

Lotte fue a bajar la basura, decía que el apartamento olía fatal. (No soportaba ni el hedor de la vida, ese que todos, tarde o temprano, terminamos sintiendo.) Aunque hacía un frío terrible, se empeñó en sacarla con su fino batín de raso. Regresó a la cama helada para levantarse en un breve lapso de tiempo.

-Voy a hacer café, ¿quieres?
- Sabes que soy hipertenso.
- Demasiado estricto, eso es lo que eres.

Desapareció de la habitación y me quedé solo, pensando en aquella mujer eclipsante. A pesar de que nos conocíamos desde hacía tiempo, no sabía mucho sobre su pasado. Recuerdo que una noche de embriaguez y paraísos prohibidos me empezó a contar que de pequeña quería ser astronauta y viajar por el espacio. Me había revelado, incluso, que más de una vez había deseado perderse en el espacio, alejarse de todo ser viviente y morir junto a las estrellas. Mi reacción ante sus palabras fue preguntarle que por qué una niña querría morir, a lo que ella me contestó: No era la muerte lo que deseaba, sino desintegrarme.

Supuse que el café ya estaba listo, había oído salir el agua a presión desde hacía rato, así que me acerqué a la cocina. Fue cuando la vi caer, suspendida en el aire por el hilo finito de la vida.