domingo, 29 de marzo de 2009

La penumbra de los seres escondidos

Andrei Nacu


Fuera, las luces de la ciudad, la lluvia. Dentro, la nada. O todo, quién sabe.

Allí donde viste luz, sólo había sombras. Allí donde creíste ver el más allá, sólo había polvo. Allí donde sentiste ascender, sólo caías. Y recuerda, no vuelvas. Porque allí donde creas vivir, sólo estarás visionando tu vida.

martes, 3 de marzo de 2009

El profanador de almas

Peggy Washburn


Creí haberle recomendado otro tipo de compañía. Lo estaba advirtiendo con bastante antelación y no quería hacerme caso. Decía que quería quedarse.


A las 06.30 de la mañana siguiente, yo ya no podía dormirme, así que me levanté, preparé algo de beber y me senté a escribir en mi máquina vieja. Apareció por la puerta un rato después. Cuando reparó en que yo no llevaba ropa, su cara se llenó de vergüenza ajena. Era verano, hacía un calor insoportable y yo no estaba acostumbrada a tener invitados.

- Vamos, cambia esa cara. No creo que nunca hayas visto a una mujer desnuda.

Salió rápido por la puerta. Impasible, seguí tecleando. Reapareció. Apoyó el lateral de su cuerpo en el marco de la puerta, encendió un cigarro y se quedó mirándome. Fumaba con ansias y poseído, y me estaba poniendo realmente nerviosa. Empecé a teclear con mayor fuerza, como si eso fuera a hacer que dejara de echar humo al aire con tanto ímpetu. Sus ojos continuaban fijos en mí, me los clavaba incluso al inhalar.

Entonces lo supe: había vuelto para no quedarse nunca.