Grábamelo a fuego y nunca menciones que fui yo quien te lo pidió.
- ¿No duermes?
- No.
Esa noche me amó más que nunca, clavándose como puñales de hielo en mis entrañas. Lo recordaré hasta el fin de mis días.
Al despertar se había marchado. Para siempre.
Al despertar se había marchado. Para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario